viernes, 13 de agosto de 2010

Separados de mí nada podeís hacer

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Esto es lo que la palabra de Dios nos dice en el evangelio según San Juan en el capítulo 15 y verso 5.

Esto se narra haciendo uso de la figura de una vid y sus pámpanos, prácticamente una planta cuyas ramas o frutos no pueden subsistir si no es estando pegadas a su tronco o a su rama respectivamente. Y es que el ser humano sin Dios nada puede hacer, aunque parezca que sí hacemos algo la verdad es que simplemente estamos existiendo pero no estamos laborando para obtener lo verdaderamente valioso como lo es la salvación. Aunque debe quedar claro que la salvación es un regalo inmerecido que Dios nos dá.

Pongámoslo con un ejemplo, todos alguna vez vimos o participamos en alguna actuación donde se hizo uso de los famosos títeres o algún tipo de marioneta. Si nos fijamos bien ninguno de esos objetos podía hacer algo diferente a lo que su encargado hacía, es decir, cada títere o marioneta hace exactamente como una persona tras el escenario se lo indicaba moviendo sus manos o haciendo uso de algún otro brazo extensivo.

El ser humano es exactamente igual desde el punto de vista de que somos dominados por alguien, toda nuestra voluntad es dominada por la carne, satanás y sus demonios o por el único que busca nuestro bien Jesucristo.

Cada acción que realicemos lleva impreso un sello que nos identifica como siervos del Dios altísimo o esclavos del pecado y en el peor de los casos como endemoniados. Un siervo de Dios hace lo bueno y sus acciones estarán ligadas en su mayoría a la voluntad de Dios, por su puesto que hay errores porque la naturaleza humana aún está viva pero a diferencia de un endemoniado o un no convertido es que éste último hace lo malo como algo natural y ha perdido casi a totalidad el deseo de hacer lo bueno.

Si usted cree que hacer lo malo no le provoca algún remordimiento y puede ser malo con cualquier persona debería de pensar su condición en cuanto a quién lo está dirigiendo en esta vida. Satanás dirige las almas directo al infierno pasando por muchos deleites y falsas alegrías, pero la biblia nos dice que esas personas van como bueyes al matadero. No ignore la palabra de Dios y comience a hacer la voluntad de Dios.

Reciba al Señor hoy mismo y permita que su vida sea administrada por el Gerente por exelencia, Jesucristo. Él nunca le llevaría a la banca rota, solo basta con que usted deposite sus problemas a él y usted estará asegurando un lugar en la Patria Celestial.

jueves, 12 de agosto de 2010

Un yugo que va más allá de la muerte

¿Cuánto cuesta un momento de diversión?
¿cuánto cuesta hacer todo lo que se quiere y obedecer nuestras propias reglas?

La respuesta a estas preguntas es difícil de responder desde el punto de vista económico porque cada persona tiene aspiraciones y deseos diferentes, pero desde el ámbito espiritual podemos decir que hacer todo lo que queremos y obedecer nuestras propias reglas cuesta la vida eterna al lado de Jesucristo.

En el mundo de los famosos podemos darnos cuenta que satisfacer todos los deseos de nuestra carne no trae el gozo, solamente la felicidad pasajera, ¿cuánto dura estar feliz? uno, dos o tres días o meses cuando mucho pero jamás toda la vida.

Salomón quien fué un hombre súper rico y que probó todo lo que su carne le pidió, mujeres, vinos, comidas y todas las vestimentas, carros (de su época) y todo aquello que se le ocurría pudo decir a fin de todo:

2:1 Entonces me dije: "Ven ahora, te probaré con el placer; diviértete." Y resultó que también esto era vanidad.
2:2 Dije de la risa: "Es locura;" y del placer: "¿Qué logra esto?"
2:3 Consideré en mi corazón estimular mi cuerpo con el vino, mientras mi corazón me guiaba con sabiduría, y echar mano de la insensatez, hasta que pudiera ver qué hay de bueno bajo el cielo que los hijos de los hombres hacen en los contados días de su vida.
2:4 Engrandecí mis obras, me edifiqué casas, me planté viñas;
2:5 me hice jardines y huertos, y planté en ellos toda clase de árboles frutales;
2:6 me hice estanques de aguas para regar el bosque con árboles en pleno crecimiento.
2:7 Compré esclavos y esclavas, y tuve esclavos nacidos en casa. Tuve también ganados, vacas y ovejas, más que todos los que me precedieron en Jerusalén.
2:8 Reuní también plata y oro para mí y el tesoro de los reyes y de las provincias. Me proveí de cantores y cantoras, y de los placeres de los hombres, de muchas concubinas.
2:9 Me engrandecí y superé a todos los que me precedieron en Jerusalén; también la sabiduría permaneció conmigo.
2:10 Y de todo cuanto mis ojos deseaban, nada les negué, ni privé a mi corazón de ningún placer, porque mi corazón gozaba de todo mi trabajo. Esta fue la recompensa de toda mi labor.
2:11 Consideré luego todas las obras que mis manos habían hecho y el trabajo en que me había empeñado, y resultó que todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho bajo el sol.

Romanos 6.23 nos dice que la paga del pecado es muerte y pecado es todo aquello que la carne nos pide cuando estamos ciegos, es decir, cuando no hemos nacido de nuevo permitiendo que Jesucristo se haga cargo de nuestras vidas.

Entonces una vida de placeres carnales cuesta la vida eterna, y es un yugo que se tendrá en vida y que seguirá hasta la muerte y aún después de ésta cuando estémos frente al Señor Jesús y seamos vencidos en juicio.

Pero mientras hay vida, aún hay esperanza para todos. Busque de Dios hoy mismo y entréguele su vida.

Para una mejor comprensión lea Eclesiástes capítulos 1 y 2.